Cuántos de nosotros no hemos dicho alguna vez aquello de: «- Esto es una crisis de valores», ya sea en el contexto de la recesión económica de hace algunos años o ahora con la excepcionalidad sanitaria actual de la que sólo saldremos gracias al esfuerzo del colectivo sanitario, al de algunos sectores básicos como el de la alimentación, la logística o los suministros y, sobre todo, de la actitud de los particulares, de las medidas y la actitud de que cada uno sea capaz de regir guiados por sus valores…

Sin duda esta crisis nos lleva a muchas lecturas, cada uno es libre de pensar o interpretarlas como quiera: crisis ambiental, conspiración farmacéutica o accidente humanitario. Venga de donde venga, sin duda nos afectará en el comportamiento emocional. Las crisis tanto colectivas como personales vienen asociadas a fuertes cargas emocionales. Estados de ánimo que nos dominan, con mucha variabilidad y de los que difícilmente nos podemos deshacer.

Las emociones y los sentimientos nos gobiernan en la toma de decisiones.

Pura biología: nuestro cerebro trabaja para sacarnos de la crisis. Miedo, dudas, disgusto, enojo, inseguridad, todas naturales. La doctora Susan David, profesora de la Facultad de Medicina de Harvard, avisa del peligro de quedar atrapados en estos sentimientos y receta lo que ella llama agilidad emocional.

Los sentimientos y las emociones no son racionales, gobiernan nuestras vidas ya menudo nos hacen sus esclavos. Ser consciente y gestionarlas no es una tarea fácil; más a menudo de lo que pensamos somos presa y quedamos atrapados en sus colmillos. ¿Como podemos, pues, gestionar nuestra emocionalidad, la toma de decisiones y la interrelación con el exterior de forma sostenible y consciente? No es sencillo, pero la formula recae en los VALORES.

Los pensamientos y las emociones fluyen y cambian continuamente, los valores, en cambio, son permanentes.

Los valores nos permiten liberarnos del juicio de las emociones. Cuando nos liberamos de los pensamientos y emociones difíciles, expandimos nuestras opciones. Podremos obtener respuestas a largo plazo, consistentes en el tiempo y hacer hincapié en lo que perseguimos auténticamente.

Son muchas las propuestas de trabajar a partir de los valores, la primera que se me ocurre es una que tengo como recurso habitual. Se trata de La prueba cuádruple promovida por Rotary Internacional, una organización social, altruista y humanitaria líder en el planeta y que consta de la formulación de cuatro preguntas para evaluar si las decisiones y acciones que tomamos en cualquier circunstancia -tales como en el trabajo o los negocios- son coherentes con los valores que promueve la entidad como eje vertebrador y común de sus socios y socias: ¿Es la verdad? ¿Es equitativo para todos los interesados? ¿Creará buena voluntad y amistad entre las partes? ¿Será del beneficio común

Otras formas de entrar en conciencia con los propios valores es practicar algunas técnicas como el autoconocimiento o la autoconciencia mediante la programación neurolingüística, la reflexión o la meditación, la autoevaluación o el nada fácil ejercicio de pedir ser evaluado por los diferentes actores que interaccionan con nosotros (compañeros de trabajo, amigos, familia, etc.).

Todos los valores son lícitos. Al fin, de forma consciente o inconsciente, determinan nuestra conducta y por efecto directo nuestro camino.

La humanidad como comunidad es diversa, transcultural y transtemporal y algunos valores pesan más en determinados contextos que otros. Los valores compartidos, sin embargo, nos hacen avanzar como colectivo y definen los límites de una comunidad; fomentan las interacciones con otros, la afinidad o la empatía, pero también al revés. El hecho de tomar conciencia de ello ya es suficiente esfuerzo, pero ¿cómo hacerlo? La mejor forma, una sola recomendación: haga la lista de valores con los que se identifique y que le mueven como a individuo y téngala siempre presente

Sugeriría tenerla siempre a mano, en forma de nota en la libreta de bolsillo o en la aplicación de notas del móvil. Como truco, no hace falta enfrentarse al papel en blanco, puede adaptar y transformar una de las cientos de listas de valores que existen y que se pueden encontrar en Google con una simple búsqueda.

Por último, el regalo de una confidencia. A continuación, les presento mi lista de valores guía: autenticidad, autoconocimiento, autonomía, autoridad, compasión, contribución, cooperación, cortesía, creatividad, crecimiento, deber, desafío, estabilidad, estética, familia, fiabilidad, generosidad, honestidad, humanidad, humildad, humor, conformidad, justicia, libertad, moderación, orden, pasión, perdón, popularidad, responsabilidad, riesgo, salud, seguridad, servicio, simplicidad, solidaridad, tolerancia, tradición, verdad.


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